La Academia de Debate del Instituto Nacional –por sus siglas: ADEIN- es una agrupación de estudiantes y egresados, cuya finalidad última es la formación, divulgación y aplicación del pensamiento crítico. La Academia tiene como lema el espíritu fundante de la Ilustración: “¡Sapere Aude! Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento”. En ese espíritu entiende la enseñanza del debate como un proceso que, con una finalidad pedagógica, desarrolla en los alumnos habilidades de razonamiento lógico y exposición oral, así como valores esenciales de inquietud, rigurosidad y humildad intelectuales.
Desde sus inicios el 2008, la Academia ha conducido con éxito el crecimiento académico de sus alumnos, que han vuelto como docentes y capitanes a retribuir aquello que encontraron en su paso por la agrupación. Ello se ha desarrollado con el más alto estándar moral e intelectual, sin embargo dicho estándar sólo ha sido posible debido a una particular confluencia de conciencias e intereses que le han permitido florecer y cosechar éxitos. Con el tiempo, todo grupo humano manifiesta diferencias de opinión, que en principio legítimas, significan desencuentros y problemas de toda índole tanto en el trabajo interno como, más preocupantemente, en las relaciones de la Academia con sus pares.
Llega un momento en que una Academia no puede seguir entendiéndose como un grupo de compañeros con buenas voluntades y buenos principios, si quiere tener un funcionamiento eficaz y del más alto nivel. La Academia debe constituirse como institución, esto es, un conjunto de reglas que asignan funciones a personas, que las desempeñan sólo en virtud de la aceptación colectiva por la comunidad de que dicha persona tiene el status requerido (Searle 2006, p. 98). Esto quiere decir que las calidades de alumnos, profesores y directores ya no serán reflejo de un simple hecho empírico, como el hecho de sentarse una cierta cantidad de horas a escuchar clases, sino que serán asignados por la comunidad (en este caso: la comunidad de miembros de ADEIN) en virtud de un conjunto de reglas.
Entender que las posiciones y funciones de los distintos miembros de ADEIN, lo son en función de su asignación dentro de un sistema de reglas, permite prescribir una serie de derechos y obligaciones, con reconocimiento institucional y exigibilidad. Su cumplimiento hace más probable el éxito de las metas pedagógicas y cognitivas que ADEIN se ha propuesto en su constitución, fijando responsabilidades no en virtud de nombres y apellidos, sino en el compromiso que cada miembro asume con el cumplimiento de su función. Así, además, ADEIN cumple con hacer una distinción crucial para ejercitar el pensamiento crítico sobre temas importantes: que manifestar dichas diferencias no supone un ataque personal necesario, y que personas con distintas historias de vida, y por ende distintas cosmovisiones, pueden discutir temas importantes sin escindir su comunidad política.
El presente Estatuto ha tenido como norte varios grupos de preocupaciones. Por una parte, pretende afinar y dejar fijos los principios, metas y objetivos que constituyen la identidad básica de la Academia, y en ese camino ha fijado estándares mínimos y máximos. La Academia entiende el debate no como un mero deporte o ejercicio intelectual, que se practique sólo por gusto, sino que lo entiende orientado a una función pedagógica con un sentido cívico o ciudadano. En el cumplimiento de esta tarea, la Academia se ha fijado estándares mínimos (objetivos) de actividad, de modo que en caso alguno pueda reducirse la actividad de la Academia a un grupo de alumnos que entrena para competir en debates. En cualquier caso que la Academia deje de cumplir sus objetivos mínimos, existirá la obligación de reunir a la totalidad de los miembros para re evaluar el sentido y continuidad de la institución; norma que ha sido tomada de los modelos de constitución de corporaciones sin fines de lucro, que siguen el mismo sentido (un grupo humano orientado en torno a un fin). En segundo lugar, ha fijado estándares máximos (máximas), que deben entenderse como mandatos de optimización: en toda actividad, los miembros de la Academia procurarán cumplir con dichos valores y principios en la mayor medida posible. Estos valores responden a las preocupaciones pedagógicas centrales para la Academia: rigurosidad intelectual, respeto por las distintas posturas filosóficas, humildad en el conocimiento; todos ellos puntos que derivan de entender el debate y la argumentación desde un prisma racional y no puramente instrumental.
Por otra parte, ha procurado fijar derechos y obligaciones para sus distintos miembros y para ello ha debido primero regular quiénes se entenderán formar parte de la comunidad de ADEIN. En el caso de los alumnos, ha puesto la asistencia a clases como valor central (cuestión que deriva de acuerdos previamente asumidos por los miembros de ADEIN) condicionando a ella la participación en torneos, instancias y la bonificación de notas. En cualquier caso, los alumnos tendrán la posibilidad de complementar la asistencia a clases con participación de público en torneos, siempre y cuando muestren un compromiso de aprendizaje ante los profesores. En el caso de los profesores, ha dividido a sus miembros en dos categorías: una (denominada “profesor capitán”) para aquellos ex alumnos que, mostrando especial compromiso por continuar colaborando, se integran recientemente a las actividades de la Academia; en tal calidad, no se encuentran facultados para dirigir módulos de clases, pero se les permite capitanear equipos competitivos. Otra categoría (denominada “profesor instructor”) para profesores que llevan un plazo razonable de tiempo colaborando con ADEIN y que exhiben las cualidades académicas y pedagógicas suficientes para integrar el programa de clases de la institución. En la elaboración de estas categorías y la asignación de derechos y obligaciones se ha procurado equilibrar la rigurosidad intelectual de la Academia con las opciones a ex alumnos que deseen formarse en competencias pedagógicas. Por esa razón el nombramiento de nuevos profesores instructores depende en exclusiva de la Asamblea General y contiene requisitos técnicos elevados.
En tercer lugar, el Estatuto define la forma de acción de la comunidad: primero, fijando qué cuenta como acción de la Academia y regulando a las personas y circunstancias que pueden actuar en su nombre; segundo, fijando los estamentos jerárquicos y direccionales de la Academia. En esta meta, ha entregado la máxima autoridad a la Asamblea General, compuesta por los profesores de más alto rango (“profesores instructores”), en el entendido que es responsabilidad de dicha Asamblea la dirección técnica de la Academia. Para agilizar la toma de decisiones se han incorporado dos modalidades de reunión para la Asamblea General: por medios electrónicos y de forma presencial; sólo los temas más importantes requerirán necesariamente la reunión presencial. De esta forma, una cadena de correos puede contar como reunión de la Asamblea si los temas discutidos no son de aquellos que requieran una reunión en el establecimiento. Se han construido además los cargos de Director, que tendrá la función de representación externa de la Academia ante otras organizaciones, y de Coordinador General, que tendrá la función de supervisión constante de las actividades diarias de la Academia, en especial de la continuidad de las clases y la evaluación del avance de los alumnos en torneos competitivos. En la estructuración de las unidades directivas, el Estatuto ha procurado entender que la autoridad es una condición necesaria de la institucionalidad, pero que ella debe ser ejercida con limitaciones para evitar la arbitrariedad del poder.
Para integrar a los alumnos a la coordinación de la Academia se ha establecido la institución del Consejo Consultivo, en que los alumnos podrán formular sugerencias y comentarios a la labor de la Academia. Si bien los consejos no serán vinculantes, sí tienen la facultad de obligar a la Asamblea General a considerar el punto, y emitir una decisión favorable o negativa. Adicionalmente, y como la Academia debe relacionarse con otras comunidades institucionales (colegios, otras sociedades de debate, organizaciones de torneos) cuya voluntad no puede pretender controlar, se fijan estándares de resolución de conflictos que determinen quién y cuándo puede actuar a nombre de la Academia y cuáles son los parámetros de dicho actuar. Por último, se regulan situaciones específicas que han originado disputa, recogiendo acuerdos producidos en años anteriores (uso de dineros, asignación de notas a alumnos, etc).
Se espera que el resultado de este presente Estatuto sea una institución consolidada, alineando los intereses de todos los miembros hacia un único norte como Academia: la voluntad de conocimiento, el pensar por uno mismo.